Mamut lanudo (Mammuthus primigenius) Dibujo: Diego J. Álvarez Lao |
Aunque estos hallazgos no se correspondan en ningún caso
con esqueletos íntegros, se han preservado restos bastante completos de
mandíbulas, huesos de extremidades, defensas (mal llamadas colmillos) y, sobre
todo, molares. Un estudio anatómico de estos restos nos revela que los mamuts
ibéricos son iguales a los de Europa continental, tras compararlos con una
extensa muestra procedente principalmente del Mar del Norte y otras localidades.
Este hecho presenta cierto interés ya que para muchas especies,
como el ciervo, el oso o el halcón; se ha constatado que las poblaciones de
latitudes meridionales tienen una talla menor que sus poblaciones nórdicas,
como respuesta adaptativa a un clima diferente, de acuerdo con la regla
biológica de Bergmann. En el caso del mamut también podría
ser esperable que su talla fuese diferente, pero no ha sido así, lo que
nos lleva a pensar que muy posiblemente sus poblaciones no hayan estado
asentadas en la península Ibérica durante el tiempo suficiente como para
desarrollar una disminución de talla. Esto sugiere que los mamuts entraron en
la Península durante episodios de tiempo limitado, quizá de forma esporádica
coincidiendo con los momentos más fríos, por lo que su mera presencia no
significa que se haya asentado aquí de forma permanente.
La evidencia más antigua del mamut lanudo en
la península Ibérica ha sido datada, con poca precisión, entre finales del
Pleistoceno Medio y comienzos del Superior (entre 150.000 y 100.000 años,
aproximadamente), aunque la mayoría de sus hallazgos se registran principalmente
entre 45.000 y 20.000 años antes del presente (estadios isotópicos 3 y 2),
coincidiendo con las etapas de clima más frío y árido detectadas en los registros
paleoclimáticos. El indicio más reciente de su presencia en el territorio
ibérico procede de una cueva asturiana y se ha datado en unos 17.500 años antes
del presente. La gran mayoría de los hallazgos se sitúan en el norte ibérico
(cornisa Cantábrica y Cataluña), aunque su máxima expansión geográfica alcanzó
la latitud de Padul, en Granada (a 37º N), que constituye el registro más
meridional de esta especie en Europa, sólo superado a nivel mundial por otro
hallazgo procedente de China.
Respecto a la ecología del mamut en tierras
ibéricas se ha podido constatar un hecho muy interesante: el conjunto de
especies que acompañaban al mamut lanudo, según ha podido registrarse en los
yacimientos ibéricos, no estaba formado por otras faunas propias de clima frío,
como cabría esperar, sino que estaba dominado por especies propias de un clima
más templado entre las que el ciervo solía ser la especie más común. Si bien
otras faunas “glaciales”, como el rinoceronte lanudo o el reno, podían estar
presentes en el conjunto, su proporción era siempre muy pequeña. Durante las glaciaciones, las especies propias de climas templados (como el
ciervo o el jabalí) se refugiaron en las áreas más meridionales de Europa
(penínsulas Ibérica, Itálica y Balcánica), huyendo del frío. Pero en los
episodios de frío y aridez extremos, incluso la fauna del mamut se desplazó
también hacia el sur, aunque éste no fuese su hábitat más adecuado, ya que los
mantos de hielo cubrían extensas áreas del centro y norte de Europa,
impidiéndoles encontrar pastos. No se desplazaron por el frío en sí, al que estaban
bien adaptados, sino por la falta de espacios que les proporcionasen alimento.
Este desplazamiento hacia el sur encontró su límite en la península Ibérica por
cuestiones meramente geográficas: los “visitantes” del norte no pudieron
desplazar a las habitantes “autóctonos” de la península (que no podían cruzar
el estrecho para dirigirse más al sur) y tampoco los sustituyeron, sino que se
mezclaron con ellos. Esta particular mezcla de especies, que no refleja la típica composición de
la fauna del mamut y que, hasta la fecha, tan solo se ha registrado en nuestra
península, apoya la idea de que el mamut lanudo solo llegó al territorio
Ibérico ocasionalmente, durante los episodios más fríos del Pleistoceno
Superior, dando lugar a una mezcla de faunas frías y templadas, en vez de
producir un reemplazamiento faunístico.
Link al artículo original: http://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0277379111003477
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