Actualmente existe un
gran volumen de información acerca de los tiempos prehistóricos en Asturias, no
obstante, en su inmensa mayoría esta información corresponde tan solo a los
últimos 50.000 años, es decir, la segunda mitad del episodio denominado
Pleistoceno Superior. El periodo Cuaternario, sin embargo, abarca un lapso
temporal mucho más amplio, que empieza hace 2,58 millones de años y llega hasta
el presente. Lo que ocurrió durante los primeros tiempos del Cuaternario, las
épocas denominadas Pleistoceno Inferior y Medio, es prácticamente desconocido
en Asturias y, en general, en toda la cornisa cantábrica. Aunque tenemos
certeza de la presencia humana en localidades como Cabo Busto, hace al menos
300.000 años, no se sabe prácticamente nada de cómo era el ambiente y la fauna
de aquellas épocas en el Norte peninsular. Este vacío de información ocupa un
espacio temporal muy amplio en el que acontecieron importantísimos eventos
climáticos y cambios ambientales. En el resto de la península Ibérica, no
obstante, existen numerosos yacimientos de estas épocas, destacando sobre todos
ellos los de Atapuerca, en Burgos.
El reciente estudio de dos yacimientos asturianos correspondientes
al Pleistoceno Medio aporta algo de luz en el conocimiento de esta Asturias de
hace cientos de miles de años.
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Húmero de Stephanorhinus hemitoechus de la Mina El Milagro, Onís. Foto: Diego Álvarez Lao |
Uno de los yacimientos estudiados
es la denominada mina El Milagro, ubicada en el concejo de Onís, próxima a la
localidad de Mestas de Con. Los fósiles de este yacimiento fueron recuperados
en 1953, durante la explotación de la mina, y fueron estudiados entonces por el
célebre paleontólogo Miquel Crusafont. No obstante, una revisión de estos
materiales a la luz de los avances que se han producido en la paleontología en
los últimos 60 años, permite asignar muchos de estos fósiles a especies diferentes
a las de los estudios iniciales y, de este modo, concretar la edad del
yacimiento. Quizá la pieza más notable del conjunto es un húmero de
rinoceronte, perfectamente conservado, que ha podido asignarse a la especie Stephanorhinus hemitoechus, un rinoceronte
de complexión grácil que suele encontrase en momentos de clima templado. Esta
pieza, teñida parcialmente de verde por los óxidos del cobre que se explotaba
en la mina, se encuentra actualmente expuesta en el Museo de Geología de la
Universidad de Oviedo. Junto con él se halló también un fragmento dental de un
félido de dientes de sable, correspondiente a la especie Homotherium latidens. Este ejemplar, notable por su singularidad ya
que es el único resto de esta especie hallado en Asturias y uno de los pocos
del ámbito cantábrico, fue enviado a Cataluña para su estudio hace más de 60
años y se encuentra actualmente en paradero desconocido. Además de estas
especies, se encontraron también restos de oso, ciervo, otro cérvido de gran
talla, corzo, bisonte y caballo. La edad de este conjunto de faunas puede establecerse
entre hace 600.000 y 400.000 años, una época muy anterior a los hombres
modernos y a los neandertales, que sería contemporánea a algunos de los
yacimientos de Atapuerca. Aunque no se puede determinar con gran precisión cómo
sería el ambiente de esa época, es posible afirmar que el clima no sería frío y
que el paisaje posiblemente presentaría una combinación de bosque y espacios
abiertos en los que podrían acomodarse todas estas especies.
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Reconstrucción de Praemegaceros solilhacus Ilustración: Diego Álvarez Lao |
La información aportada
por estos dos yacimientos es altamente relevante por su singularidad y nos
permite tener una primera aproximación al ambiente en el que vivieron los
homínidos del Pleistoceno Medio en el norte ibérico.
Este estudio se ha publicado recientemente en la revista Boreas.
Este estudio se ha publicado recientemente en la revista Boreas.