El estudio paleontológico de la cueva de Jou Puerta acaba
de publicarse en la revista científica Palaeogeography, Palaeoclimatology,
Palaeoecology (ver enlace al final), sus principales resultados se resumirán en
las siguientes líneas.
Los fósiles se hallaban dispersos en una acumulación
de derrubios (arcilla y piedras, fundamentalmente) que, a lo largo del tiempo,
irían entrando en la cueva y rellenándola hasta terminar por taponar la entrada
a la cavidad.
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Sección de la dolina y cueva de Jou Puerta, indicando la disposición
de los depósitos principales. Ilustración: Diego Álvarez Lao
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El origen de la acumulación fósil está en relación con una trampa
natural, es decir, una sima o pozo natural donde los animales caían y morían
(bien por el golpe o bien de inanición, al no poder salir de allí) y sus restos
se acumularon y se conservaron a lo largo de los miles de años. Tenemos
importantes pruebas que nos confirman esta hipótesis: en primer lugar, la
morfología de la cavidad nos da una pista fundamental, pues se trata de una
dolina (cavidad con forma de embudo) en cuyo fondo se abre un gran agujero que
comunicaba con la cueva situada debajo. Los animales que caían accidentalmente
en la dolina (de paredes muy verticales) llegaban directamente a la cueva, sin
poder salir de allí. En segundo lugar, el grado de conservación de los huesos
es, en la mayoría de los casos, muy bueno, lo cual resultaría imposible en el
caso de que fuesen humanos o carnívoros quienes aportasen los huesos al
yacimiento (los depredadores, tanto humanos como carnívoros, destrozarían los
huesos en fragmentos pequeños para extraer la médula o incluso comerse los
propios huesos, en el caso de las
hienas).
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Midiendo un húmero de rinoceronte
lanudo. Foto: Diego Álvarez Lao
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El conjunto de especies presentes en el yacimiento
es otro aspecto de gran interés, ya que hay dos especies claramente indicativas
de clima frío: el rinoceronte lanudo y el mamut lanudo. La presencia de estas
especies, por sí misma, le confiere ya un interés muy elevado al yacimiento,
pues nos indica que el depósito de los restos se produjo en un momento de clima
muy frío y árido. La edad de los fósiles se ha datado por el método del Carbono
14, proporcionando un rango de edad entre 30.000 y 36.000 años de antigüedad,
lo que coincide con el denominado Estadio Isotópico 3, un episodio de la última
glaciación en el que acontecieron momentos de clima extremadamente frío a nivel
global. La presencia de estas dos especies en yacimientos ibéricos no es
frecuente, lo que le aporta un interés adicional al hallazgo.
Desde el punto de vista paleontológico, el
yacimiento nos ha proporcionado uno de los conjuntos
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Algunos restos de rinoceronte lanudo de Jou Puerta: molares
superiores, mandíbula, húmero, "mano" derecha y extremidad
anterior izquierda. Foto: Diego Álvarez Lao.
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más completos de restos de
rinoceronte lanudo (Coelodonta antiquitatis) hallados en la Península Ibérica, con un total de 105 restos
correspondientes a un total de 3 individuos (2 jóvenes y un adulto viejo).
Entre los restos destacan una mandíbula inferior, muy bien conservada, numerosos
dientes aislados, restos de una extremidad anterior bastante competa,
vértebras, una pelvis y otros restos de casi todas las partes del cuerpo.
Destaca un húmero de extraordinario tamaño y robustez, que ha resultado ser uno
de los de mayor talla conocido en el registro fósil de esta especie.
Otra especie de gran interés es el mamut lanudo (Mammuthus primigenius), del
cual tan solo se han recuperado cuatro restos dentales de un ejemplar infantil:
se trata de una defensa (mal llamada “colmillo”) y tres fragmentos de un molar,
correspondientes a un pequeño individuo que murió cuando tenía un año y medio o
dos de edad.
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Distribución de algunos de los restos de rinoceronte lanudo
hallados en Jou Puerta. Foto: Diego Álvarez Lao.
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En Siberia se hallan con cierta frecuencia restos de “bebés” de
mamut, ocasionalmente congelados. Se trata, muy posiblemente, de individuos de
se separaron accidentalmente de la seguridad de su manada y se vieron envueltos
en situaciones peligrosas que les llevaron a la muerte. En el caso de Jou
Puerta, el pequeño mamut, que seguramente se despistó de su manada, se cayó por
la dolina sin que ningún miembro de su grupo pudiese advertirle del peligro.
Sus restos se conservaron en la cueva y nos cuentan su historia.
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Megaloceros y fragmento de asta hallado en Jou Puerta.
Foto y dibujo: Diego Álvarez Lao |
Otra especie de gran interés presente en este
conjunto es el megaloceros o ciervo gigante (Megaloceros giganteus), cuya talla es mayor que el actual
alce, del que se han recuperado algunos fragmentos de una de sus descomunales
astas. Tan sólo otros 9 yacimientos ibéricos han proporcionado, hasta la fecha,
restos de este gran ciervo, por lo que este hallazgo presenta gran relevancia.
También es destacable la presencia del leopardo, el
único carnívoro presente en el yacimiento, que nos ha dejado un molar de leche.
Uno de los puntos de mayor interés de este conjunto
fósil es su composición faunística: aunque, como hemos visto, hay presencia de
especies claramente indicativas de frío, el conjunto está dominado por el
ciervo, una especie que es más abundante en los momentos templados. También la
presencia de corzo suele estar asociada a climas templados. Esto da lugar a una
particular situación de mezcla de faunas, que difiere de la típica “fauna del
mamut” que habitaba Europa Central y Siberia durante la última glaciación y que
estaba compuesta en su práctica totalidad por especies propias de clima frío.
Este carácter de “mezcla de faunas”, no obstante, se ha registrado ya en otros
yacimientos ibéricos, principalmente del norte, lo que parece indicar una
particularidad propia de la fauna de nuestra península durante los episodios
más fríos del Pleistoceno Superior.
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Piezas de mamut lanudo recuperadas en
Jou Puerta y su ubicación en el cráneo.
Foto e ilustración: Diego Álvarez Lao. |
Por último, podría destacarse otra característica
que nos hablaría de la conducta de los animales: la mitad de los individuos
presentes (en general, de todas las especies) son jóvenes o inmaduros (con
dentición de leche). Este hecho también podría estar de acuerdo con el origen
del yacimiento en relación con una trampa natural, ya que los individuos
jóvenes, al poseer menos experiencia en los peligros de la vida, son más
susceptibles de verse envueltos en situaciones peligrosas que les pueden llevar
a la muerte, como ya se ha indicado para el caso del mamut.
Las características del yacimiento (tanto en su
génesis como en su composición faunística) son muy semejantes a las del
yacimiento de Cuerres (Ribadesella), ya citado en una entrada anterior, cuya
excavación se encuentra actualmente en curso y nos está proporcionando unos
materiales sorprendentes. La información que nos aporten estos dos
excepcionales yacimientos nos permitirán conocer con mucha precisión las
características ambientales de la región cantábrica durante la última
glaciación.
Enlace al artículo original: http://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0031018213004677